martes, 1 de marzo de 2011

VIAJE A INDONESIA, DÍA 15: YAKARTA

Yakarta, 30 de octubre de 2010.

No vale la pena pasar ni un solo minuto en Yakarta. Siento empezar el último relato del viaje a Indonesia con esta afirmación tan rotunda y negativa, pero esa es mi opinión. Lo malo es que a mí personalmente no me gusta apurar mucho cuando tengo un vuelo internacional y preferí volver la noche antes a Yakarta por si había algún problema con los vuelos internos, para tener así un poco más de margen. Estación de tren de Kota
Estuvimos en el hotel hasta las doce, cuando nos vimos obligados a hacer el check-out. Dejamos las maletas en la recepción y nos dirigimos al centro. Le pedimos al taxista que nos llevara a la estación de tren para luego ir andando por los alrededores y todo era desolador: calles y edificios destartalados, caos circulatorio y mucha contaminación. La actual Kota era la antaño Batavia, centro de la colonia holandesa. Plaza Taman Fatahillah y las bicis con sombrero a juego.


Fuimos sorteando los coches como buenamente pudimos hasta llegar a la plaza Taman Fatahillah, que estaba llena de jóvenes que disfrutaban de una mañana soleada y de puestos donde alquilaban bicicletas con sombreros a juego. Esta plaza fue el único lugar de Yakarta que vimos adecuado para pasear a gusto. En ella, en un lugar destacado se sitúa el Café Batavia, un restaurante de estilo art decó colonial en el que entramos a refugiarnos del calor.


A mí, que personalmente me gusta mucho el estilo art decó, me encantó el ambiente del Café Batavia, lo que no me gustó tanto fue la clavada que nos metieron por una Coca-cola: 32.000 rupias (2,60€) que, para tratarse de Indonesia, me parece extremadamente caro y muy colonial.


Tras reponer fuerzas, seguimos paseando por el Kali Besar, que es el canal que atraviesa la ciudad y en el que a su alrededor, teóricamente, aún conserva algunas residencias de la época colonial, pero están todas en tal mal estado que casi no se pueden apreciar. Además, el canal está tan lleno de porquería que literalmente apesta, con lo que el paseo no fue muy agradable.

Está todo hecho polvo...


Anduvimos durante un kilómetro para ir hasta el puerto, porque un chico portugués que conocimos en Yogyakarta nos lo había recomendado, y nos había dicho que las embarcaciones típicas que hay atracadas allí son muy curiosas. De la plaza al puerto hay que ir por una zona que está bastante destartalada. En otro país me hubiera dado miedito pasar por allí. Puesto callejero al lado del canal.
El puerto de Sunda Kelapa está repleto de pinisi de Makassar y tiene una estampa bastante anclada en el tiempo. El casco de estas embarcaciones es muy espectacular y están alineadas creando una orografía bastante irreal. Algunos marineros nos ofrecieron visitar alguna embarcación a cambio de algunas rupias, pero rechazamos la invitación, sobre todo por el hastío que nos producía el calor insoportable. Pinisi en Sunda Kelapa


Llegados a ese punto, ya no nos quedaba nada más que visitar que valiera la pena en Yakarta, y aún nos quedaban muchas horas hasta que saliera nuestro avión, así que fuimos a la búsqueda de un taxi para que nos llevara a un centro comercial. Qué triste, ¿no? Acabar nuestro viaje por Indonesia en un centro comercial… Pues, curiosamente, me gustó bastante, sobre todo por el hecho de hacer cosas normales, como la gente del país: ir a comer alguna cosa, entrar en un cibercafé descomunal, perderse por las innumerables tiendas, entrar en el hipermercado y chafardear los productos que tenían allí. Para acabar, fuimos al cine a ver una película que en la planta inferior nos vendían pirata por 5.000 rupias (0,42€). Pues sí, nos metimos en el cine a ver la única película que echaban en inglés: Come, reza, ama. Las otras dos eran chinas con subtítulos en bahasa indonesio… y no era plan. Centro comercial Mangga


Tras la película, nos dedicamos a comprar pastelería para merendar como el resto de visitantes del centro comercial. Es quizá lo que más me gustó de ese día: hacer cosas normales en un país extraño. Si pudiera viajar durante un año, no me dedicaría a recorrer el mundo en una carrera para ver cuántos países puedo tachar de la lista, sino que, como la protagonista de la película que vimos, elegiría tres o cuatro países como mucho, y en cada uno tendría tiempo de aprender un poco su idioma, sus costumbres y, sobre todo, conocer sus gentes sin sentirme en una carrera a contrarreloj. Tal vez en un futuro no muy lejano, quizás cuando me jubile… Mientras tanto, seguiremos siendo meros turistas.


Datos de interés:
Taxi del Hotel FM7 a Kota: 62.700 rupias (5€) + 11.500 rupias del peaje (0,92€).Cafe Batavia: Coca-cola 32.000 rupias (2,60€).Taxi del puerto Sunda Kelapa al centro comercial Mangga: 25.000 rupias (2€).Bakso restaurant. Bakso mie: 17.000 rupias (1,37€), i fu mie: 20.000 rupias (1,61€).Entrada al cine: 25.000 rupias (2€).Taxi Mangga Shopping Mall al Hotel FM7: 85.000 rupias (6,86€).Traslado del hotel al aeropuerto incluido en el precio de la habitación.Tasas de salida del país: 150.000 rupias (12,12€); hay que pagar en efectivo y en rupias.

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